Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100398
Legislatura: 1894-1895
Sesión: 13 de Noviembre de 1894
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 3, 29-30
Tema: Discurso sobre reproducción de proyectos de ley

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene V. S.

El Sr. Duque de TETUÁN: Se me olvidaba decir a S. S. que tuviera por anunciada la interpelación.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pues de la S. S. por aceptada para cuando sea posible, después que haya contestado a la que también tengo anunciada en el otro Cuerpo Colegislador.

Mas antes de que lleguemos a la interpelación, S. S. quiere saber una porción de cosas que no sé si estoy en el caso de decírselas.

Supone S. S. que he estado poco explícito en la cuestión arancelaria. Pues declaro que es imposible estarlo más. ¿Qué echa S. S. de menos? Dígamelo, para aclararlo. (El Sr. Duque de Tetuán: Si retira o no los tratados.) He dicho que el Gobierno los sostiene. (El Sr. Duque de Tetuán: ¿Todos?) Todos. (El señor Marqués del Pazo de la Merced: ¿Incluso el de Alemania?- El Sr. Vázquez Queipo: ¡Cómo ha de reproducirlo, si Alemania lo ha dado por retirado!) Ese no, porque lo ha dado Alemania por retirado. (El Sr. Marqués del Pazo de la Merced: Pero está en el Senado, y puede reproducirlo cualquier Senador.) Pero, ¡si no lo hemos podido retirar, porque el plazo que dio Alemania fue la suspensión de las sesiones! (El señor Marqués del Pazo de la Merced: Hoy mismo podía haberlo hecho S. S.)

Es que el partido conservador y los Sres. Duque de Tetuán y Marqués del Pazo de la Merced, que tienen la sangre muy ardiente, no muestran la tranquilidad y paciencia bastantes para esperar a examinar cada asunto oportunamente. ¿Qué había de hacer cuando me he levantado por deferencia al Senado, deferencia debida, a explicar la crisis y a saludarle? A mí me parecía que, tratándose del cumplimiento de un deber de cortesía, no debía hablar de otras cosas, y no he hablado, dejando para después, como lo hago ahora, el reproducir todos los proyectos de iniciativa del Gobierno. (El Sr. Duque de Tetuán: ¿Incluso el tratado con Alemania?) No se preocupe S. S. de ése, porque desgraciadamente Alemania le ha dado por retirado. (El Sr. Duque de Tetuán: Pero el Senado no lo sabe.) Pues ya se lo digo yo. Por lo demás, yo he sido todo lo explícito que se puede ser en la cuestión arancelaria; y si S. S. echa de menos algo, dígamelo, que no quiero pecar por falta de explicaciones, (El Sr. Duque de Tetuán: Pido la palabra), a pesar de que no tengo la obligación de hacerlo; porque, después de todo, con decir a S. S. que cuando vengan los proyectos de ley lo sabrá S. S. habría concluido. Pero quiero ir más allá, quiero hacer lo que S. S. desee, porque, como no me duelen prendas, no me importa adelantar opiniones.

De manera que si S. S. echa algo de menos que deba saberse para que S. S. ataque o defienda al Gobierno (esta segunda parte me parece un poco difícil (Risas) dígamelo, y le daré a S. S. armas para que pueda combatirle, si éste es el propósito de S. S., porque si no, no lo comprendo.

Dado el pensamiento, en tesis general, de un asunto cualquiera por un Gobierno que dice y promete que ha de traducirlo en una ley, lo natural es esperar a que el pensamiento se halle formulado en ella para discutirlo y combatirlo; pero querer que se den todos los detalles necesarios de un pensamiento antes de ser expresado en ley, me parece una exigencia de parte de S. S. Así y todo, estoy dispuesto a ceder con mucho gusto a esa exigencia.

Lo mismo digo del proyecto de ley relativo a las reformas de Ultramar. El pensamiento del Gobierno es el que se halla presentado en el Congreso, sobre el cual ha dado ya dictamen la Comisión. ¿Es que el Gobierno ha presentado un proyecto de esa importancia, que tiene carácter, hasta cierto punto, constituye, que afecta extraordinariamente a la manera de ser y a la vida de una región tan importante de España como la isla de Cuba, con un espíritu cerrado y absoluto, para no admitir todas aquellas transacciones que el patriotismo aconseje y que convengan para la pacificación y bienestar de aquellas provincias? Eso no lo puede hacer este Gobierno ni lo ha hecho Gobierno alguno.

Allí está el pensamiento, y como se trata de una cuestión que no es de partido, que está muy por encima de las cuestiones de partido, que es una cuestión verdaderamente nacional, claro es que el Gobierno, dentro de la base presentada en el Congreso, está dispuesto a admitir todas aquellas variaciones y transacciones patrióticas que aúnen el mayor número de voluntades, que reúnan a su alrededor la mayor suma de adhesiones, para que no haya vencedores ni vencidos entre aquellos elementos españoles, que, cualesquiera que sean sus ideas políticas, cualesquiera que sean las diferencias que los separen en punto a la administración o a la política, tienen al fin y al cabo una bandera común, que es la bandera de la Patria.

¿Qué más quiere el Sr. Duque de Tetuán que le diga? ¿Que el Gobierno tiene un pensamiento fijo, cerrado, para no ceder por nada ni por nadie? Eso no lo puede decir ningún Gobierno que sea prudente y que atienda a los intereses de la Nación; ni lo haría S. S. mismo en este barco. ¿Quiere S. S. que sea más explícito en esta cuestión? ¿Conviene serlo? ¿Es posible, además, serlo? Yo creo que no.

Por consiguiente, S. S. es demasiado exigente, y es que S. S. va buscando diferencias, cree lo menos que no se puede mover un Ministro porque va a chocar con sus compañeros, estando S. S. equivocado, porque hay perfecta unidad de miras en todo. Todos los problemas se han examinado, y en todos hay unanimidad perfecta entre los Ministros que componen el actual Gabinete. Ya se irá S. S. desengañando, y verá cómo no es exacto todo eso de las conjuras, de que antes me olvidé ocuparme porque como es una cosa que no importaba para el debate, la dejé pasar. Aquí no ha habido conjura alguna, y créame S. S., yo no hago caso alguno de las conjuras, porque suelo tener un remedio tan eficaz que las destruyo y no suelen hacer me daño.

Pero, a pesar de todo, si S. S. quiere más explicaciones, estoy dispuesto a dárselas, a pesar de que entiendo haberle dado cuantas podía en el tono y forma en que este debate viene desenvolviéndose, a no ser que acabemos de desenvolverlo aquí antes de iniciarse en el Congreso.



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